En medio del torbellino de imágenes, de sangre, de sueños que alteran En medio de todas esas noches en las que no puedo dormir, en medio de la comezón que ataca mis piernas entre todos esos kilos que la báscula señala que he subido... Allí, a la mitad del tequila bandera, del whiskey con agua mineral de las funciones y los estrenos de los marichis y los norteños, en la pista de baile, en las sábanas rayadas en las rimas, en los videos, Justo en ese momento de caminata nocturna, de ansiedad pueril en el momento de tomar café, de compartir el desayuno, de gritar y de reír a carcajadas. Ahí vi una finca, una choza y una cabaña. Recordé las veces que con anterioridad habías llegado, percibí tu olor a vida, a cedro, a frío añejo, reconocí tus dedos, tus orejas y sus lóbulos, Noté el cambio en tu voz pero identifiqué tus palabras. Y sí, mi estómago se contrajo, quedé paralizada cuando escuché tu galopar, cuando vi a lo lejos la furia con la que te desplazas. Se me había olvidado lo que era estar viva comenzaba a extrañar tu olor a madrugada.
Las cajas llenas nuevamente de cosas que estuvieron aquí pero que pronto se irán.
Los cuartos vacíos.
La soledad silenciosa de la calle contra el sonido reconfortante de la radio.
La séptima función de Protection.
El día después de mañana. (Llámese Sense Records)
Yo, una vez más dentro de esta caja verde esmeralda que desde antes, antes de si quiera imaginarlo, me cobijó y hoy, dos años después me sigue acariciando con sus paredes, regalándome besos con su escalera, susurrándome despacio que me atreva a cruzar el umbral, a despojar mi campo de maleza.
¿Y por qué no? Basta con respirar y sentir la alfombra bajo mis pies para saber que hay un lugar, aquí y ahora, donde caben mis sueños. Un lugar que es mi territorio, la cálida guarida del león.
Y qué bueno que está llena de suspiros que no son sólo míos, y qué bien que aquí han nacido sueños y pesadillas de otras mentes y qué mejor que aquí han sudado otros cuerpos, porque eso me lleva a encontrar el placer en este momento en el que sólo se escuchan mis pasos, porque después de toda esta tomenta, de toda esta devastación, sigo encontrando en estos muros de piel durazno el abrazo que sólo yo misma me puedo dar. Y ya con eso, que venga lo demás.
A finales de abril, mi amigo Hugo Ugalde, amigo entrañable y antiquísimo, me tomó estas fotos en Calzada de Tlalpan. Ese mismo día (no recuerdo la fecha exacta, sólo que era miércoles) me encontré con mi amado cómplice de los últimos 6 años en la sala de espera de la terapeuta que seguimos compartiendo. El encuentro para mí fue contundente, por inesperado, pues aunque yo había imaginado miles de escenarios, miles de reacciones para nuestro reencuentro, nunca había pensado en ese espacio y en ese tiempo. Justo ese día comprendí que el amor también puede ser unilateral y cuando así sucede, ya no puede haber ningún tipo de relación concreta, únicamente idealizaciones. Yo sigo intermitente, sigo sin decidir entre permanecer o quedarme, entre esperar o no algo que ya no quiere ser esperado. Así mi caso...
Por cierto, la serie se llama: LA DIVA DE LA PORTALES
ARIADNA: ¿Cosas de mí? Mírame: esto soy. Esta es mi cabeza, ¿sabes qué es la cabeza?: es un órgano que todo el tiempo hace un ruido insoportable. Seguramente crees que sirve para pensar, pero no, no creas eso, no sirve para pensar, sirve para hacer ruido. Este es el corazón, ¿sabes lo que es el corazón?, ¿sabes que es un órgano que palpita? Su constante ta-ta-ta-ta ta me recuerda que estoy viva, porque a veces se me olvida, ¿a ti no?. Es horroroso tener en el cuerpo órganos que hacen ruido y que laten. Estas son mis manos, míralas, míralas bien, fíjate cómo tienen amnesia, no saben qué hacer. Este es mi pecho, uno y dos, está dividido. No funciona, no sé por qué lo tengo. El estómago está deshecho, sí, se apretó tanto que reventó. Riñones, hígado, vesícula y todos esas cosas que están adentro, pues están ahí, esperando, pasando el tiempo. Este es mi sexo, me imagino que sabes muy bienlas incomodidades que ocasiona, amí, por ejemplo, me traiciona. Bueno, las piernas y los pies sostienen todo. Mi lengua, mírala, ácida. Y ya, no hay más. No sirvo. No sirvo porque, además de todo, tengo un dolor insoportable. ¿A ti te duele? ¿Alguna vez has sentido sentimiento de sentir? Si crees que es algo que viene y se va, estás equivocado, porque no es así, el dolor ni viene ni se va, está siempre. Naces con él. Lo tienes.Puedes creer que sientes dolor por una pérdida, o puedes creer que sientes dolor por un abandono, o puedes creer que sientes dolor por noser capaz de cambiar las cosas, por no ser capaz de partir en minúsculos pedacitos tu desgracia. Pero no, no es así. Una vez que sientes el dolor, ya no importan las razones, lo sientes, puedes ponerle los nombres que quieras,pero el dolor está y punto.
Cambios!!
Oportunidades nuevas para echarlo todo a perder, para entretener a la mente y evitar que caiga en la ansiedad.
Preferir lo viscoso de la avena por lo crujiente del cereal.
Cambios para acercarse a eso con lo que uno sueña.
¿Macbeth de Shakespeare?
¿Cómo y de qué manera los textos "clásicos" pueden significarse en nuestro devenir cotidiano?
¿Cómo presentar la violencia en un país acostumbrado a la sangre?
--------> éstas preguntas marcaron el fin de la charla de hoy <---------
Pese a mi adicción a las redes sociales, sigo considerando que la válidez y vitalidad del teatro reside en el presente, en el fenómeno extraordinario de compartir un espacio y un tiempo con un ser vivo que como yo respira, que veo sudar, que juega a ser otro y en ese juego, se revela algo de mí.
En el peor de los casos, la experiencia teatral se limita a entretener y eso también es válido, permite que mi mente descanse del raca-raca por una o dos horas.
Y lo más sobresaliente, comprueba mi naturaleza gregaria, necesito estar allí con otros para que el fenómeno del teatro suceda. Ir a una sala de cine con 3 ó 10 espectadores no merma la experiencia, pero asistir a un foro con el mismo número de personas reunidas sí afecta mi recepción, se siente incompleto, hueco.
Regresando a Macbeth: si ya no hay dios, ni destino, ni súper yo que deba ser vencido, si el orden natural de las cosas es el caos y en ese caos debo echar raíces, una tragedia como esa me obliga a mirarme en ese espejo y confirmar la intuición que venía rondando en mi cabeza.: La violencia empieza por nosotros mismos. Y la compartimos, transpiramos violencia que rebasa los límites de un escenario, que desafortunadamente marca el inicio de mi día cuando camino hacia la escuela y veo las imágenes explícitas en los periódicos.
¿Y sí todos estamos como Lady Macbeth con las manos ensangrentadas imposibles de lavar?
¿Puede el teatro volver a ser el contenedor de la violencia que instintivamente palpita dentro de nosotros?
Esto también es Macbeth, en otro contexto.
Pero mi mente está atascada de pensamientos revueltos y ansiosos. Entonces decidí prender la cafetera y un cigarro que seguramente acelerarán mi ritmo cardiaco y volverán díficil y tormentoso el acomodo de mis ideas.
Ayer vi a Caifanes, pensé que no eso no iba a pasar, cuando era niña escuchaba los casettes de mi tío y recuerdo mucho esa línea de "perdí mi ojo de venado" y me conflictuaba, no la entendía, mi imaginación trataba de generar la imagen pero no alcanzaba a llegar y recuerdo a mi tío cantar con los ojos cerrados para después incitarme a bailar.
Hoy, esa niña, no se ha ido del todo, busca a veces la protección que le generaba el cuarto-estudio de su tío pintor, el queso philadelphia untado en pan blanco en casa de la abuela, la sensación de pertenencia y cobijo. No encuentro las palabras, Magdala querida, para decirte que aquí estoy yo contigo.
Esto se detonó por Caifanes, pues ayer, entre el éxtasis del concierto y la compañía de mis amigos comprobé una vez los lugares comunes que nos conectan como humanos, las letras y la música me hicieron pensar en eso, en huecos, en vacíos, en espacios donde faltan piezas, en manos que extrañan roces, en miradas que no coinciden.
Han pasado meses, no sé bien cuantos y ayer te vi, de espaldas, con camiseta rosa, con el cabello más corto, con el peso sobre tu pierna izquierda, frotándote la barbilla. Iba a buscarte, iba a verte, Y te encontré de la manera en que estamos ahora, tú de espaldas y yo caminado detrás, como la eterna enamorada, tocando el violín desde el cementerio para aderezar tu sueño.
Y no sé, ya no sé si te extraño o si soy co-dependiente.
Pensaba que muchas de las frases de Saúl Hernández ilustraban lo que yo siento ahora, que todo eso podría enviarlo en una carta con tu dirección y pensaba y pienso sobre todo, que debería de hacer algo menos pasivo para capitalizar mis inquietudes. Traducirlo, sudarlo, poner metáforas tan poderosas como:
Cuando me muera y me tengan que enterrar
quiero que sea con una de tus fotografías
para que no me de miedo estar abajo
para que no se me olvide como es tu cara
para imaginar que estoy contigo
y sentirme un poquito vivo
Esto es una espiral, es un sentimiento por el que ya he transitado al pasar de los meses y paradójicamente no es el mismo. Nada es igual pero todo se parece, el miedo no me paraliza y sigo caminando poco a poco, a veces con odio, a veces con dolor, a veces con gusto, a veces con todo, a veces con expectativas, a veces pesimista. Hay que guardar silencio, a veces hay que callarse un rato. Hacer eso que tanto disfruto que es tirar la "weba", hoy no voy a enumerar los própositos optimistas y emprendedores sobre cambiar mi vida, sobre bajar de peso, sobre terminar la tesis y titularme, porque en ese enlistado pierdo el tiempo, se me va el aire y luego al comparar los resultados, parece que nada se ha logrado. Mejor me callo y actúo, mejor, como en el entrenamiento, me voy a correr todos los días y en el mejor de los casos, resulta que el crónometro baja, que mis piernas se tornean, que mi resistencia cardiovascular mejora. El tiempo, el tiempo, el tiempo....que algunos elogian y lo llaman "sabio", hoy pienso que es inevitable. Un poquito de disciplina, una frase al día que me ayude a terminar esta segunda tesina, una taza de café menos al día....
pd. Me malviajan las hormigas en mi casa. Son numerosas.